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lunes, 17 de noviembre de 2008

La razón ecológica

La razón ecológica
Alejandro Omar Giosa
Resumen: La máxima kantiana combinada con la afirmación socrática acerca de que el que actúa mal lo hace por ignorancia, y teniendo en cuenta que los hombres buscan la felicidad (Aristóteles), me lleva a pensar que si en todo momento los actores sociales convierten en “ley universal” los resultados del “razonar ecológico”, tendientes a lograr la felicidad propia y por consiguiente (para ser ecológica) la de los demás, estaríamos creando una sociedad verdaderamente justa, ética, y estable, con normas brotadas de la sabiduría y el razonamiento y no impuestas por religión, dogma, ni gobierno alguno. Lograr con estas premisas que la razón sea la mejor virtud del ser humano y no su peor defecto y nos ayude a crecer como sociedad y como personas, y que permita lograr de este mundo un lugar sustentable en el tiempo como hábitat adecuando.
Palabras claves:
Razón, Ecología, Ego, Imperativo categórico. Felicidad.
Introducción
Los filósofos a través de los tiempos han tenido una concepción en cuanto a la “esencia” de la razón, que va desde el encumbramiento extremo, hasta la degradación integral. Igualmente respecto a la moral, la filosofía estudia las acciones como éticas o no, tratando de dilucidar cuales son adecuadas y cuáles no. Teniendo en cuenta las apetencias egoístas de los seres humanos, trataré de desarrollar estos temas referenciándolos a posturas ecologistas (como visión integradora y sustentable) para justificar que es posible transformar la razón en productora de equilibrio y armonía social y planetaria.
La razón para los filósofos.
Del mismo modo que los griegos del siglo cinco antes de cristo, desarrollaron el razonamiento dialéctico, como un arma de refutación y aniquilación de los contrincantes, sin importar la verdad o las consecuencias derivadas de ese razonamiento, la sociedades que le siguieron en toda la humanidad, se aferraron a esos métodos, del cual deriva la política y a partir de ella los gobiernos de todas las naciones, viciados de un razonamiento inescrupuloso, mentiroso y corrupto, en el cual se esconden intenciones ocultas de poder y dominación.
Giorgio Colli lo define muy claramente al pensamiento griego de esta forma:
“...En el planteamiento mismo de la discusión griega hay una intención destructiva, y un examen de los testimonios sobre el fenómeno nos convence que tal intención se ha realizado por la dialéctica. Se ha dicho antes que en la discusión la tesis del respondiente viene por lo general a ser refutada por el interrogante: en tal caso parecería de toda manera que se llegara a un resultado constructivo, en cuanto la demolición de la tesis coincide con la demostración de la proposición que la contradice. Pero para el perfecto dialéctico es indiferente la tesis asumida por el respondiente: este puede escoger en la respuesta inicial uno u otro lado de la contradicción propuesta, y en ambos casos la refutación seguirá inexorablemente. En otras palabras, si el respondiente asume una tesis, tal tesis será demolida por el interrogante, y si escogiera la tesis antitética, también esta llegaría a ser demolida por el interrogante. El caso en que la victoria le sonríe al respondiente solo se puede atribuir a una imperfección dialéctica del interrogante. Las consecuencias de este mecanismo son devastadores. Cualquier juicio, en cuya verdad el hombre crea, puede ser refutado. No solo eso, sino que, como toda la dialéctica conserva incontestable el principio del tercero excluido, o sea retiene que si una proposición viene demostrada como verdadera, esto significa que la proposición que la contradice es falsa, y viceversa, entonces en el caso que primero se demuestre como verdadera una proposición y luego se demuestre como verdadera la proposición que la contradice, resultará que ambas proposiciones son verdaderas y falsas al mismo tiempo, lo que es imposible. Tal imposibilidad significa que ni la una ni la otra proposición indican algo real, ni siquiera un objeto pensable. Y dado que ningún juicio y ningún objeto se escapan de la esfera dialéctica, sigue de ahí que toda afirmación será inconsistente, refutable, toda doctrina, toda proposición científica, perteneciente a una ciencia pura o a una ciencia experimental, estará igualmente expuesta a la demolición.”

Para Inmanuel Kant la razón tenía un matiz diferente, más optimista, como lo expresa en este párrafo:

“...Pero después que, aunque tarde, se puso en boga la máxima de reflexionar previamente todos los pasos que se propone dar la razón, el juicio de universo tomó un cariz totalmente diferente y con él al mismo tiempo un resultado incomparablemente más feliz. La caída de una piedra, el movimiento de una honda, descompuestos en sus elementos y en las fuerzas que en ellos se manifiestan, y elaborados matemáticamente, acabaron trayendo esa intelección clara, e inmutable para todo el futuro, del universo, de la cual cabe esperar que se amplíe siempre a medida que progrese la observación, pero no debe temerse que retroceda nunca.”
La moral, ¿Qué es lo correcto?
Desde el principio de los tiempos la humanidad se viene preguntado ¿qué es lo correcto?. Ante la insistente pregunta la filosofía tomó la causa en sus manos y se propuso discurrir sobre el tema. La ética es un tema fundamental para la filosofía, y en ese sentido se pueden escuchar varias voces, muchas justificando la religión como fuente de moral, y otras tratando de desvincular sus mandatos del accionar del hombre.
A) Para Martin Heidegger: “Hay así dos tipos de pensar, cada uno de los cuales es, a su vez y a su manera, justificado y necesario: el pensar calculador y la reflexión meditativa.”
Sostiene este filosofo que el pensar calculador es estrecho en prever los males que puede provocar y en cambio el pensar meditativo tiene la facultad de poder predecir los efectos futuros buenos o malos que puede provocar una acción. Asigna a mi entender un carácter moral al pensar meditativo.
“Podemos decir «sí» al inevitable uso de los objetos técnicos y podemos a la vez decirles «no» en la medida en que rehusamos que nos requieran de modo tan exclusivo, que dobleguen, confundan y, finalmente, devasten nuestra esencia.” “Quisiera denominar esta actitud que dice simultáneamente «sí» y «no» al mundo técnico con una antigua palabra: la Serenidad (Gelassenheit) para con las cosas.” “Con esta actitud dejamos de ver las cosas tan sólo desde una perspectiva técnica.” “Denomino la actitud por la que nos mantenemos abiertos al sentido oculto del mundo técnico la apertura al misterio. “La Serenidad para con las cosas y la apertura al misterio se pertenecen la una a la otra. Nos hacen posible residir en el mundo de un modo muy distinto. Nos prometen un nuevo suelo y fundamento sobre los que mantenernos y subsistir, estando en el mundo técnico pero al abrigo de su amenaza.”
Bien podría decirse que la Serenidad de Heidegger podría asemejarse al “razonar ecológico” que considero más beneficioso para vivir en sociedad y lograr que las técnicas funcionen subordinadas a una conciencia que mantenga el equilibrio del planeta.
B) Kant va a creer que existe una especial satisfacción provocada por el cumplimiento de un deber y lo expresa así:
“Para querer aquello sobre lo cual la razón prescribe el deber al ser racional afectado por los sentidos, hace falta, sin duda, una facultad de la razón que inspire un sentimiento de placer o de satisfacción al cumplimiento del deber, y, por consiguiente, hace falta una causalidad de la razón que determine la sensibilidad conformemente a sus principios.”
“...y haría depender la razón pura de la sensibilidad, a saber: de un sentimiento que estuviese a su base, por lo cual nunca podría ser moralmente legisladora, sino que interesa porque vale para nosotros, como hombres, puesto que ha nacido de nuestra voluntad, como inteligencia, y, por tanto, de nuestro propio yo; pero lo que pertenece al mero fenómeno queda necesariamente subordinado por la razón a la constitución de la cosa en sí misma.” “Así, pues, la pregunta de cómo un imperativo categórico sea posible puede, sin duda, ser contestada en el sentido de que puede indicarse la única suposición bajo la cual es él posible, a saber: la idea de la libertad, y asimismo en el sentido de que puede conocerse la necesidad de esta suposición, todo lo cual es suficiente para el uso práctico de la razón, es decir, para convencer de la validez de tal imperativo y, por ende, también de la ley moral; pero cómo sea posible esa suposición misma, es cosa que ninguna razón humana puede nunca conocer.”

El Imperativo categórico es un concepto central en la ética kantiana, y de toda la ética deontológica (Teoría del deber) moderna posterior. Pretende ser un mandamiento autónomo (no dependiente de ninguna religión ni ideología) y autosuficiente, capaz de regir el comportamiento humano en todas sus manifestaciones. Kant empleó por primera vez el término en su Fundamentación de la metafísica de las costumbres (1785)
Para Kant, toda la moral del ser humano debía poder reducirse a un solo mandamiento fundamental, nacido de la razón y no de la autoridad divina, a partir del cual se pudieran deducir todas las demás obligaciones humanas. Definió el concepto de "imperativo" como cualquier proposición que declara a una acción (o inacción) como necesaria. Según Kant, las morales anteriores se basaban en imperativos hipotéticos, con lo cual no eran de obligado cumplimiento en cualquier situación y desde cualquier planteamiento moral, religioso o ideológico. Un imperativo hipotético llevaría a una acción en determinadas circunstancias (por ejemplo "si quiero el llevarme bien con la gente, no debo insultarla"), de manera tal que quien no comparta la condición ("llevarme bien con la gente") no se ve obligado por esa clase de imperativos. Un imperativo categórico, en cambio, denotaría una obligación absoluta e incondicional, y ejercería su autoridad en todas las circunstancias, ya que sería autosuficiente y no necesitaría justificación externa. De entre las varias redacciones del Imperativo Categórico que realizó Kant, la más conocida es la primera:
"Obra sólo de forma que puedas desear que la máxima de tu actuación se convierta en una ley universal"
Kant redactó cinco formulaciones distintas del Imperativo Categórico:
"Obra sólo de forma que puedas desear que la máxima de tu actuación se convierta en una ley universal."
"Obra como si la máxima de tu acción debiera convertirse, por tu voluntad, en ley universal de la naturaleza".
"Obra de tal modo que uses la humanidad, tanto en tu persona como en la de cualquier otro, siempre como un fin, y nunca sólo como un medio”.
"Obra como si por medio de tus máximas fueras siempre un miembro legislador en un reino universal de fines".
"Obra según máximas que puedan al mismo tiempo tenerse por objeto a sí mismas, como leyes universales.

C) Aristóteles define la virtud moral como una "disposición voluntaria adquirida (hábito) dirigida por la razón y que consiste en el término medio entre dos vicios".
D) Sócrates creía que todo vicio es el resultado de la ignorancia y que ninguna persona desea el mal; a su vez, la virtud es conocimiento y aquellos que conocen el bien, actuarán de manera justa. Su lógica hizo hincapié en la discusión racional.
Tomando esta última referencia de Sócrates podría decirse que el Ego es la consecuencia de un mal “cálculo” de los efectos de las acciones de los hombres, ya que un hombre no puede actuar mal si conoce la verdad, y si no lo hace es por ignorancia de esa verdad. La verdad también puede ser interpretada como “sabiduría” ya que si la ignorancia lleva a actuar mal, la verdad, que sería la ausencia de ignorancia (ya que si hay verdad es porque no hay cosa que pueda contradecirla), significaría también conciencia más amplia, más conocimiento, y estar atento de todas las posibilidades.
Todo desarreglo o acción reprochable para Sócrates podía corregirse con la adquisición del saber, que comprendía el uso de la razón. Hace referencia de este modo a amplitud de conciencia o “visión cosmopolita”. Él bien, lo considera como la mejor acción que puede realizarse. Si ese bien perjudica a otros ya no puede considerarse bien si hay otro que lo supere es decir que una acción buena que no genere otros conflictos, es más buena que otra que los genere. En ese sentido Sócrates era muy “ecológico”.

El ego, la moral y la razón.
De acuerdo a lo planteado hasta ahora, si consideramos al ego como “la conveniencia personal sobre las cosas” y a la razón como un “procedimiento mental que puede manipularse de acuerdo a las apetencias de quién lo desarrolla” podría surgir como conclusión que nuestra sociedad está edificada sobre bases aparentemente “razonables y democráticas” cuando en realidad es muy “absurda y despótica” ya que nos obliga a todos a cuidar lo propio ante la amenaza de ser arrebatado por el voraz egoísmo del otro (asaltos, negocios fraudulentos, corrupción general, gula, etc).
El ego hace funcionar a la razón de una forma que no es la mejor para una sociedad equitativa. Una razón sin “ego” sería una “razón ecológica” en la que se respetaría el bienestar del planeta y de los otros seres humanos como también el propio. Sería pensar buscando siempre la mejor solución, es decir el bien propio y de los demás en equilibrada armonía. Ganar uno y hacer ganar a los demás (no solo dejar ganar, sino intencionar para que otros ganen también)
Las “antiguas” culturas orientales, indígenas de todos los continentes y africanas, tenían una “razón ecológica” para oponerla a la razón egoísta que domina esta época. Ellos cuidaban el mundo que les daba de comer, vestir y desarrollar sus actividades.
La verdad considerada como la postura más “globalizante y considerada posible” (para no dejar de ser verdad) nos lleva a tomar las mejores decisiones, porque en cuanto un acto beneficia a todos, genera bienestar y el deseo de repetirlo, y las acciones que benefician a unos y perjudican a otros siempre llevan un resentimiento intrínseco que tarde o temprano desembocan en una revancha y un nuevo malestar, signado por la violencia.


Otras posturas filosóficas relacionadas con la ecología.
“La ecología supone, pues, una filosofía de vida verdaderamente ontológica (disciplina filosófica, que estudia lo que es en tanto que es y existe, se ocupa de la definición del ser), especialmente una sensibilidad "biófila", afirmativa de la vida en todas sus dimensiones.” “Es la superación del racionalismo occidental, cuyo término final es el nihilismo, como desamor a la vida y al sentido de vivir (Nietzsche). Entendida así, la cuestión ecológica se abre a la ética; a la justicia ecológica: "todo lo que vive merece vivir" Dice Clodovis Boff
"El hombre no puede vivir su vida sólo y para sí mismo. Para el hombre realmente ético, toda forma de vida es sagrada, incluyendo aquellas que desde el punto de vista humano, tienen menos valor. Y debemos darnos cuenta de que nuestra vida está unida a todas esas vidas." Albert Schweitzer
“La visión del mundo de Schweitzer estaba basada en su idea de la Reverencia por la vida, que él creyó que fue su mayor y más simple contribución a la humanidad. Él veía una decadencia en la civilización occidental, debido a un paulatino abandono de las raíces éticas: las de la afirmación de la vida.
Su convicción más firme era que el respeto por la vida es el principio más alto. En un modo similar de exaltación de la vida a la de Friedrich Nietzsche, un filósofo muy influyente en la época actual, Schweitzer siguió la misma línea de pensamiento que la del ruso León Tolstói. En su época, algunos compararon su filosofía con la de san Francisco de Asís, comparación que él no rechazó. En su obra Philosophy of Civilisation, capítulo 26, escribió:
La filosofía verdadera debe empezar con el hecho más inmediato y más comprensivo del sentido: 'soy ser vivo y deseo vivir, en medio de seres vivos que desean vivir'. La vida y el amor en su opinión están basados y siguen el mismo principio: respeto por cada manifestación de la vida y una relación personal y espiritual hacia el universo.
La ética, según Schweitzer, consiste en la obligación de demostrar que la voluntad de vivir de uno mismo y la de cada ser tienen la misma reverencia de lo que es propio. En las circunstancias donde no podamos satisfacer esta obligación, no debemos caer en el derrotismo, puesto que la voluntad de vivir se renueva una y otra vez, como resultado de una necesidad evolutiva y de un fenómeno con dimensión espiritual.
Sin embargo, como Schweitzer mismo precisó, no es imposible ni difícil pasar una vida sin seguir este principio: la historia de las filosofías y de las religiones del mundo demuestra claramente muchos casos de la negación del principio de la reverencia por la vida. Señalaba a la filosofía que prevaleció en la Edad Media en Europa y a la filosofía india del brahmanismo. Sin embargo, este tipo de actitud carece de autenticidad.
Desde que venimos al mundo, se nos ofrece un drama horrible: el hecho de que la voluntad de vivir, mirado como suma de todo lo que el individuo quiere, se divide contra sí mismo. Una existencia es enfrentada contra otra, una destruye a la otra. Sólo mediante el pensamiento el ser adquiere la voluntad de vivir, siendo consciente de la voluntad de vivir del otro y del deseo de solidaridad con él. Esta solidaridad, sin embargo, no se puede producir, dado que la vida humana no escapa al desconcierto y a la horrible circunstancia de tener que vivir con el coste de otra vida. Pero, como ser ético, uno se esfuerza por escapar, siempre que sea posible, de esta necesidad, y poner fin a esta desunión de la voluntad de vivir, en cuanto esté dentro de su poder.
Durante toda su vida, Schweitzer abogó por el concepto de la reverencia por la existencia. La Ilustración disminuyó y se corrompió, sostenía Schweitzer, porque no fue un pozo lo bastante profundo para el pensamiento, aunque se viera obligado a seguir la ética por la vida. Por lo tanto, él miraba por un futuro renovado y un nuevo Renacimiento e Ilustración más profundos de la humanidad (opinión que él expresó en el epílogo de su obra Out of My Life and Thought). Albert Schweitzer alimentó la esperanza en una humanidad más profundamente consciente de su posición en el universo. Su optimismo se basaba en la "creencia en la verdad". "El espíritu generado por la concepción de la verdad es mayor que la fuerza de las circunstancias." Acentuó persistentemente la necesidad de pensar, más que en la simple actuación de seguir los propios impulsos o las opiniones más extendidas.
Nunca por un momento dejamos de lado nuestra desconfianza de los ideales establecidos por la sociedad y de las convicciones que son guardadas por ella. Sabemos siempre que la sociedad está llena de locura y que nos engañará en lo que respecta a la consideración del significado de la humanidad [...] la humanidad significa consideración por la existencia y por la felicidad de cada uno de los seres humanos.
El respeto por la vida, como resultado de la contemplación en la propia voluntad consciente de vivir, conduce al individuo a vivir al servicio de la gente y de cada criatura viva.
Schweitzer fue muy respetado por poner en práctica estas teorías en su propia vida.

¿El hombre es egoísta por naturaleza o lo hace así la cultura?
Qué libertad poco ética tienen aquellos que afirman que “no hay libertad sino hay propiedad” (base del sistema capitalista). Poco ética porque es egoísta. ¡Cuanto mejor es compartir que negar!. Lo privado niega la generosidad. El problema de los intentos anti capitalistas están en que para que resulte la sociedad “ecológica” la generosidad debe estar en cada uno de sus miembros, como ética inquebrantable, por justa y sabia, y elevada a su máxima expresión como suprema ley social (imperativo categórico de Kant) y eso hasta ahora no se ha logrado en las intentonas por una sociedad más justa. Se necesita una “cultura de la vida” para ser verdaderamente democráticos. El capitalismo egoísta es un modo de producción depredador de la naturaleza humana.
La democracia actual por ejemplo, aparece a los ojos de Nietzsche como un momento del despliegue del nihilismo igualmente negador de la vida que las formas de gobierno que la antecedieron.
A) Nietzsche veía en los instintos una fuerza que iba más allá del sólo impulso a sobrevivir, protegerse y reproducirse de todos los seres vivos, de sólo ser esto la vida se estancaría. La supervivencia era una de las consecuencias de un deseo aún mayor, impulso hacia una supravivencia, un deseo perpetuo de todo ser vivo por ir más allá de todos, de todo y hasta más allá de sí mismo, más allá de la muerte. Este impulso irracional o deseo perpetuo por expandirse impreso en cada ser es lo único que da sentido a la existencia. Así explicaría este filósofo el “ego” del hombre y al igual que Freud va a atribuir esos mismos impulsos irrefrenables al inconsciente. Es decir que van más allá de las posibilidades volitivas del ser humano. Desde esta postura ninguna sociedad mejor es posible.
B) Por otro lado podría citar en la postura opuesta a la anterior a Rousseau con su teoría naturalista donde dice que "el hombre es bueno por naturaleza, es la sociedad la que lo corrompe", y que como tendencia surgió en el siglo XVIII a causa de unas circunstancias culturales y políticas concretas que se vivían en la época y en las que se intentaba combinar el imperativo kantiano con la inclinación natural: "la personalidad libre debe desarrollarse", fue una de las máximas vigentes en aquel tiempo. Todo ser se reduce a una fuerza espiritual eterna (el yo) que se desenvuelve libremente en los actos subjetivos y en la cual el hombre puede elevarse espiritualmente.
C) Heidegger, sin embargo, logra vislumbrar, a mi entender, en su “pensar calculador” y “pensar meditativo” la diferencia entre el pensar egoísta y el pensar ecológico. Tal vez esté atribuyendo con esta postura un carácter mediador entre un hombre bueno y malo por naturaleza, pasando la responsabilidad del carácter intrínseco del hombre de la “naturaleza” a la razón o dicho de otro modo, justificar su bondad o su maldad al accionar de su razón.
Realidad, Razón y Actos.
Recuerdo una anécdota que me parece interesante: estaba esperando un transporte público de pasajeros cuando un automóvil se descompuso delante de una larga fila de vehículos, frente a mí. Detrás de la larga fila estaba el trasporte que estaba esperando yo y otras personas haciendo una prolija fila. Entonces le pregunto a otro integrante de la fila, qué le parece si empujamos al auto, así se liberaba la fila de autos que atascaban a nuestro transporte. Para mi asombro me dijo que no, que no tenía porque ayudar a nadie. Eso es lo que hacemos en esta sociedad egoísta, pensamos solo en nosotros mientras que si “vemos” la realidad con una mirada más “globalizante” nos daríamos cuenta que al ayudar nos ayudamos. Ayudar a empujar el auto significaba permitir la llegada de nuestro transporte.
Medios y Fines
Después de haber visto a través de los autores citados, que la razón puede tomar diferentes posturas de acuerdo a los fines que persigue, podría decirse que una “razón educada” y dirigida como máxima regla hacia un funcionamiento ecológico, puede a través del conocimiento de las causas, fines y consecuencias, convertirse en una razón sabia, que tome las decisiones adecuadas para el bien común. La comprensión de que el bien común es la acción más justa para uno y para los demás es la finalidad que debe descubrir este tipo de razonamiento. Puede demostrarse que toda acción que beneficie a uno y a otros, es factible constituirla como imperativo categórico y cuanto mayor sea el beneficio mejor será la acción y más poderoso el imperativo.
“Kant pretendía que el juicio moral sobre los fines era perfectamente separable del juicio técnico sobre los medios, más aún, que el primero no requería de ningún conocimiento empírico acerca del mundo y que el segundo no requería de ninguna consideración moral hacia los seres de ese mundo, considerados todos ellos como meros medios.
El paradigma ecológico nos muestra que no son separables los medios y los fines, los conocimientos y los valores, la técnica y la moral, y esto por un doble motivo:
-Por un lado, la investigación y manipulación de la naturaleza -y del propio cuerpo humano- no puede dejar de someterse a determinadas orientaciones y restricciones morales: no todos los experimentos e innovaciones deben ser realizados; más aún, no todos los permitidos son igualmente benéficos y prioritarios; no todo ser vivo puede ser tratado como simple cosa manipulable; ni siquiera toda cosa –toda invención físico-química, como un arma nuclear o una sustancia sintética altamente tóxica- puede ser considerada como algo moralmente neutro.
-Por otro lado, los juicios éticos, jurídicos y políticos ya no pueden fundarse en criterios meramente formales, como el principio de universalidad o de reciprocidad contractual, sino que han de fundarse en un conocimiento empírico, técnico y científico sobre la serie de conexiones causales que unas determinadas acciones humanas son capaces de desencadenar, sea de forma consciente o inconsciente, voluntaria o involuntaria, más aún, sea con una intención interesada y egoísta o con una intención desinteresada y altruista.
“Pensar en grande” “pensar en muchos” “no olvidar lo que nos rodea” es decir un “Razonar Ecológico”
La ecología es la ciencia que estudia los seres vivos y su ambiente. Y el Razonar ecológico es así de amplio. Pensar en futuro y pensar en lo “lejano” por opuesto a lo que solo tenemos cerca.

“El futuro y lo remoto sean para ti la causa de tu hoy: en tu amigo debes amar al superhombre como causa de ti. Hermanos míos, yo no os aconsejo el amor al prójimo: yo os aconsejo el amor al lejano.
Así habló Zaratustra” Nietzsche.

Conclusión

“Pero si el progreso de las ciencias y de las artes no ha añadido nada a nuestra verdadera felicidad; si ha corrompido nuestras costumbres y si la corrupción de las costumbres ha atentado contra la pureza del gusto...” dice Rousseau, en Discurso sobre las ciencias y las artes ya en 1750, vislumbrando un sentido erróneo al uso de la razón que nos sigue llevando a la autodestrucción como raza y como planeta.
Si esa razón justificada en fines sin tener en cuenta las consecuencias de los medios nos llevó a este estado de decadencia, de imposibilidad de mantener por mucho tiempo más las condiciones apropiadas de vida que necesita el ser humano, entonces habría que pensar en una razón justificada en el bien común como imperativo categórico que podría ser tener una “razón ecológica” para todos nuestros actos como máxima principal personal y de la vida social, basada en la pruebas evidenciales que los actos que buscan el “ganar – ganar” (ganar uno y ganar el resto de los implicados en nuestras acciones) son los actos que tienen mayor probabilidad de multiplicarse y generar el deseo individual y general para repetirlo, para el bien de la mayor cantidad de actores que intervengan en esos actos, ya que justificando fines nobles con acciones correctas, podríamos empezar a pensar en un crecimiento real del ser humano con todo su potencial desaprovechado, buscando nuevos horizontes para su grandeza como ser misterioso que es.
"Obra como si por medio de tus máximas fueras siempre un miembro legislador en un reino universal de fines".

Lic. Alejandro Giosa

Bibliografía

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sábado, 6 de septiembre de 2008








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